Muchas mujeres que se despiertan cansadas por la mañana y se sienten soñolientas durante el día pueden, sin saberlo, hacer pausas frecuentes en la respiración mientras duermen. Es la denominada apnea obstructiva del sueño, un trastorno que hasta ahora solo se había relacionado con los hombres. Estas apneas siguen un patrón característico: al poco de quedarse dormida, la persona empieza a roncar; los ronquidos se intensifican y, de repente, se produce un largo periodo de silencio durante el cual no hay respiración, lo que provoca un fuerte resoplido y jadeos cuando la persona trata de respirar.
Investigadores
de la Universidad de Uppsala y de la Universidad de Umea, en Suecia,
encuestaron a 400 mujeres a partir de veinte años, que también se sometieron a
un estudio del sueño. Concluyeron que la frecuencia de las apneas aumenta con
la hipertensión, la obesidad y la edad. Además de la somnolencia diurna, pueden
aparecer otros problemas que dificulten el desempeño de la actividad laboral o académica.
Los
síntomas asociados son más de los que imaginamos: irritabilidad, impaciencia,
dolores de cabeza, aumento de ansiedad y depresión, pérdida de interés sexual,
hiperactividad, riesgo de accidentes, o, en los casos más graves, hinchazón de
piernas. Sin tratamiento, pueden causar y empeorar enfermedades
cardiovasculares, como la arritmia o la hipertensión... Si se tratan, los
problemas provocados por la apnea se corrigen totalmente. Por este motivo, es
aconsejable acudir a un profesional en cuanto se detecten los primeros
síntomas.
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