QUÉ ES. Es una infección de la superficie cutánea y dermis que se produce tras un traumatismo, herida, picadura o cualquier otra lesión que rompa la integridad de la piel, favoreciendo la entrada de bacterias que infectan la zona.
CAUSAS. Cualquier puerta de entrada que ponga en contacto el exterior con el tejido celular subcutáneo puede provocarla. Los microorganismos que más frecuentemente la causan son los estreptococos b-hemolíticos y los estafilococos aureus. Es más fácil que se dé en personas obesas o con sobrepeso, con insuficiencia venosa o edemas en piernas y con alteraciones en la piel como sequedad, úlceras o cualquier otra lesión.
SÍNTOMAS. La piel aparece enrojecida y dolorosa, con pequeñas vesículas o ampollas más o menos grandes (depende del grado de afectación. El lugar inflamado generalmente está caliente y duro al tacto. En muchas ocasiones, se observa la lesión o la herida que ha sido la causa de la infección en una zona cercana. La afectación generalizada es leve, pero, en casos más graves, puede haber fiebre, un dolor desproporcionado en la zona, grandes ampollas en la superficie o cambios en la coloración (de enrojecida a azulada) que pueden indicar necrosis. Cualquiera de estos últimos síntomas corresponden a una infección más grave.
DIAGNÓSTICO. Se realiza mediante la exploración del paciente. No es necesaria la realización de cultivos ni de ninguna prueba de imagen. Sólo será preciso la realización de un TAC si se sospecha que existe necrosis en la zona o bien una ecografía si se tratara de una infección grave y, por lo tanto, fuera necesario el drenaje del contenido de pus.