Tener un disgusto o estar sometida a situaciones continuas de estrés puede alterar el funcionamiento de nuestras hormonas, hasta el punto de provocar importantes desequilibrios.
Retrasos en la menstruación. El exceso de tensión nerviosa puede bloquear el mecanismo que hace posible la regla para no sobrecargar en exceso el organismo. Es posible, incluso, que el estrés continuado la haga desaparecer durante un tiempo más o menos prolongado.
Síndrome premenstrual más acusado. Los nervios, tanto los que se sufren de forma puntual como continuada, agravan los síntomas de este trastorno, como la sensación de hinchazón, dolor en las mamas, migrañas de origen hormonal, etc.
Molestias en la menopausia. El descenso de estrógenos que tiene lugar en esta época de la vida puede verse acentuada por el estrés, hasta el punto de aumentar síntomas como los sofocos o el sobrepeso.
Problemas en el embarazo. Es posible que el exceso de ansiedad afecte al feto, hasta el punto de retrasar su crecimiento.
Dificultades para quedarse embarazada. El estrés puntual puede impedir la ovulación y, por lo tanto, imposibilitar totalmente las probabilidades de concepción.
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